De niños, escuelas y frutos

De niños, escuelas y frutos

Hay semillas que se siembran un día y que necesitan de un largo proceso de germinación, raigambre, crecimiento, floración y maduración hasta obtener el fruto. Eso nos pasa generalmente a los maestros y maestras, que no siempre alcanzamos a ver o comprobar los frutos de nuestra dedicación docente.

Pero también hay frutos tangibles y relativamente inmediatos. Algunos de ellos los pudimos recoger el último día de clase. Es la cosecha de nuestros pequeños huertos escolares, esos parterres que con tanto cariño han ido regando y limpiando de malas hierbas muchos de los niños y niñas de 3º (y otros voluntarios) en los períodos de recreo.  La naturaleza premia siempre con creces estos cuidados y el último día de clase fueron muchos los que se fueron a casa con su ramita perfumada de albahaca, o con una zanahoria, unas hojas de acelga, una lechuga, unas ramitas de perejil … pequeñas muestras de los frutos de la tierra que portaban como un verdadero tesoro, precisamente porque lo habían producido  ellos mismos.

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