Cosas que no cambian

Cosas que no cambian


 

Hay cosas que no cambian nunca. Saltar a la comba ha sido y sigue siendo un ejercicio saludable, divertido y colaborativo a la vez que competitivo en todas las épocas. Tradicionalmente se ha considerado un juego de niñas pero,  al poco de aparecer una comba en el recreo, pronto lo hacen también dos o tres o más chicos que se animan a jugar con las niñas que dirigen el asunto. Esto sigue pasando hoy en día en el colegio, donde además nos hemos propuesto potenciar este tipo de juegos tradicionales que tantos aspectos positivos encierran. Siempre el salto de la comba ha venido acompañado y acompasado por canciones infantiles. Recuerdo varias, por ejemplo, una de las más inocentemente ñoñas: Una paloma blanca / que del cielo bajó/ con las alas doradas / y en el pico una flor. / De la flor, una rosa / de la rosa, un clavel/ del clavel, una niña/ llamadita Isabel. /Isabelita me llamo yo / y soy hija de un labrador / cuando voy y vengo al campo / no le tengo miedo al sol.

 

Ahora también se canta mientras se salta. Hace unos días se podía escuchar lo que cantaban un grupo de niñas de 1º (6 y 7 años). Era algo así: Vestida, desnuda / en bragas o en bikini / ¿Cuán- tos no-vios ten-dré yo? 1, 2, 3 …

 

Hay cosas que sí que cambian …

 

 

 

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